Feliflor

Feliflor

El día es perfecto, la música parece ser más melodiosa y el sol brilla más de lo normal, ¿será que el sabor de tus besos puede cambiar mi mundo? No lo sé, es solo una idea tonta, pero en mi mente no dejas de estar, no puedo evitar recordar esa noche, la pasamos increíble en ese bar, hacía días moría por besarte y cuando por fin me atreví a hacerlo, noté lo suave de tus labios, como si mis dedos pudieran rozar las nubes, abrí la puerta de tu carro para que subieras, fingí no mirar, pero ese día portabas un vestido que me mostraba un poco de lo afortunada que era por ser yo quien sostuviera tu mano, esas que con diferentes diseños adornas y hacen relucir aún más la belleza de tu cuerpo, me llevaste a casa y claro, estaba muy nerviosa, era el momento de saber si volvería a rozar tus labios o tendría que esperar hasta volver a verte, para mi fortuna me arriesgué y traté de saciar mis ganas pero no era suficiente, había sido tanto tiempo de espera, te besé hasta tener los labios hinchados, mis manos recorrían lentamente tu cintura y lo largo de tus piernas, olías tan bien y ¡por Dios! lucías tan bien, la noche era oscura, pero el brillo de la luna me dejaba ver la curva más linda de tu cuerpo tras cada beso, me dijiste que sentías tenerme acorralada, pero mis labios no pudieron contestarte que justamente así imaginaba que me tuvieras.

La frecuencia y la intensidad de tus besos iban en aumento, no puedo negar lo húmeda que estaba, solo pensaba en lo excitante que sería recorrer a besos el tatuaje que adorna tu espalda, morder tu cuello, estrujar tus manos mientras nos movemos en un solo ritmo y recorrer con mi lengua cada espacio de tu piel.

Ahora solo estoy aquí, esperando el día para poder volver a verte y darle continuidad a esa ronda de besos que tanto me prometes, de esos que se antojan no solo para hacerte mía de una manera romántica y pasional, sino para compartir nuestra intimidad, esa que no puede brindarse con facilidad, esa que permite desnudar algo más que el alma.     



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