Mío
Y allí estaba yo…sola, jadeando y aún con las piernas temblando, imaginando en todas las posiciones con las que podía usarlo, un nuevo compañero, un nuevo placer que podía manejar a mi antojo, que podía hacerme tocar los más profundos de mis deseos y mis más retorcidas pasiones sin juzgarme por lo que hacía o no con él, esa libertad de tenerlo a mi alcance, a mi antojo y a mi entera disponibilidad, como si de un esclavo se tratase.
No diré su nombre, apenas pude tomarlo y dejarlo en un cajón, pues las horas se hicieron segundos y mis deberes llamaban, ahora estoy en la oficina con la mirada perdida, deseando sentirlo dentro de nuevo, imaginando como sus curvas se amoldan perfecto a mi cuerpo y nos unimos como una especie de rompecabezas de éxtasis.
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