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Mostrando las entradas de marzo, 2021

Humedad

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Ese día me invitó a la casa de uno de sus amigos, le dije que me alistaría en 5 minutos y que pasara por mí, yo estaba lista para la fiesta y tenía muchas ganas de pasarla bien, él era un chico muy lindo y me gustaba mucho la manera en que me miraba, llegamos a la fiesta y todos comenzaron a desvestirse, al parecer la casa del amigo tenía alberca. Él me dijo que no me preocupara por el traje de baño, que entrara con ropa interior, mientras trataba de convencerme… una gota de sudor recorría su pecho y desapareció tras lo que parecía ser el traje de baño más ajustado que había visto, noté que un enorme bulto sobresalía, él notó que no podía quitar la vista de esa zona y él me dijo que si quería conocerlo, apenada le dije que no, que estaba viendo lo bonito que era su traje   de baño, él se acercó a mí y pegó su cuerpo contra el mío, era muy fuerte y pude sentir lo largo y duro de su miembro. Comenzamos a besarnos desenfrenadamente y una cosa llevó a la otra, me cambiaba de posici...

¡Eres mía!

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   ¡Eres mía! Exclamó mientras se acercaba lentamente a la cama, pensé en huir y considerar que esa frase ya la había escuchado antes y no había obtenido buenos resultados. Sin embargo, confié en ella y le dije que sí, que era suya y de nadie más, que me tomara y lo comprobara, nadie podría hacerme sentir lo que ella, nadie podría rellenar esos espacios como ella lo hace, nadie podría hacerme estremecer con solo escuchar lo suya que era, se había convertido en ese pieza que encajaba en mis vacíos existenciales, le dije que me hiciera suya y que jamás saliera de mis poros. Me contestó que siempre lo estaría y aquí estoy, esperando verla entrar por esa puerta para seguir complementándonos.

Mío

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 Y allí estaba yo…sola, jadeando y aún con las piernas temblando, imaginando en todas las posiciones con las que podía usarlo, un nuevo compañero, un nuevo placer que podía manejar a mi antojo, que podía hacerme tocar los más profundos de mis deseos y mis más retorcidas pasiones sin juzgarme por lo que hacía o no con él, esa libertad de tenerlo a mi alcance, a mi antojo y a mi entera disponibilidad, como si de un esclavo se tratase.  No diré su nombre, apenas pude tomarlo y dejarlo en un cajón, pues las horas se hicieron segundos y mis deberes llamaban, ahora estoy en la oficina con la mirada perdida, deseando sentirlo dentro de nuevo, imaginando como sus curvas se amoldan perfecto a mi cuerpo y nos unimos como una especie de rompecabezas de éxtasis.